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¡Cuánto hemos aprendido!

La vida es un camino que se rige por el paso del tiempo. Por suerte o por desgracia, los días, los meses, los años van avanzando y van dejando atrás nuestras vivencias para convertirse en recuerdos… El tiempo pasará, el Covid19 pasará… seguro..

El coronavirus, para toda una generación, es un punto de inflexión en nuestra manera de afrontar el día a día, de vivir, de disfrutar de las pequeñas cosas y por supuesto de las personas que son para nosotros importantes… siempre habrá un antes y un después de esta pandemia. Lo habrá como personas, pero sin duda también como profesionales que somos de este maravilloso sector al que nos dedicamos, el de acompañar a las personas mayores en su última etapa vital. Creo que puedo afirmar y no me equivoco, que a la inmensa mayoría de profesionales que trabajamos con personas mayores, ya sea personal de atención directa, indirecta, servicios generales etc., el coronavirus nos ha cambiado la vida, y, permitidme el atrevimiento, más si cabe que a muchos otros colectivos de la sociedad. Hemos «tocado» el virus, hemos batallado con él, unas veces le hemos ganado y por desgracia, en otras ocasiones hemos perdido… pero si así ha sido… siempre dándolo todo, en cuerpo y alma… La incertidumbre, el desconcierto, la falta de medios, la falta de manos, el escaso reconocimiento social que recibimos, especialmente durante los primeros meses, y por supuesto las pérdidas, las vidas que nos ha robado este maldito virus quedarán para siempre en nuestro recuerdo…. ¿Pero sólo quedará eso? Estoy convencida que no… quedarán también muchas otras cosas, sobre todo quedarán lecciones aprendidas. ¿Las repasamos?

Hemos aprendido, o mejor dicho, hemos enseñado a la sociedad que somos centros de vida, que las personas vienen a nuestras residencias, a nuestros centros de día, a nuestras viviendas con servicios a vivir! Hemos aprendido que somos eso, hogares, centros y servicios sociales, y que, aunque atendemos cada vez a más personas en situación de gran dependencia ofreciendo en muchos casos servicios sociosanitarios, nuestro buen hacer y nuestros desafíos no estaban a la altura del coronavirus. Hemos aprendido que ante una situación de esta naturaleza necesitábamos ayuda, y la continuaremos necesitando en el futuro para afrontar crisis sanitarias. Por tanto, algo debe cambiar a partir de ahora… Resulta imprescindible reabrir y retomar desde el sector y por supuesto, desde la Administración, el debate sobre un espacio real, efectivo y recompensado de naturaleza socio sanitaria. Lo sanitario y social ha de construir un camino común en beneficio de la calidad de vida de nuestros mayores. El Covid nos lo ha enseñado a un precio muy alto. Hemos aprendido, o, mejor dicho, hemos comprobado, que tenemos grandes equipos en los centros y servicios. El Covid se ha cargado «de cuajo» en nuestros centros el «parcelismos”, el «esto me toca» o «esto no es mío». Nos hemos dado cuenta de que todos los profesionales, da igual nuestra categoría o disciplina somos importantes y que trabajando de la mano podemos sacar adelante situaciones muy difíciles. Todos hemos puesto en valor lo mejor de nosotros mismos y, en nosotros mismos hemos encontrado la recompensa a nuestro esfuerzo.

Y por último hemos aprendido que nuestro sector requiere de una voz potente y unísona ante la sociedad. Es necesario dar luz a nuestro esfuerzo, y a la gran labor que hacemos cuidando de nuestros mayores. De una vez por todas, hay que revertir la imagen de sector endeble y frágil que muchos medios se empecinan en reivindicar. Hemos de demostrar a la gente de la calle que somos un sector sólido, de futuro, que se esfuerza por avanzar, por reinventarse con servicios centrados en la persona y en las necesidades del mayor de hoy en día, un sector dotado de grandes profesionales y grandes proyectos, en definitiva un sector vivo!!! Para ello es fundamental construir alianzas, entre el ámbito público y el privado, entre el ámbito social y mercantil, entre las diferentes administraciones y sector de atención a la dependencia, entre el ámbito social y el sanitario, entre empresarios y sindicatos, y por supuesto entre las diferentes plataformas de nuestro sector y los profesionales que las conformamos.

El coronavirus dejará huella de dolor, impotencia, pero también de superación y crecimiento como personas, ¡pero también como sector… no tengamos ninguna duda!

DAVID Y GOLIAT FRENTE AL CORONAVIRUS

Quien me conoce sabe que no es la primera vez que me gusta adaptar historias, relatos y cuentos tradicionales buscando inspiración para reflexionar sobre una determinada  cuestión. Esta vez, va a ser David y Goliat mi hilo conductor. Una historia bíblica  idónea para el momento que estamos viviendo,  para algunos catastrófico, para otros apocalíptico, pero ante todo,  provocador de cambios en la sociedad. 

La cita bíblica explica como los filisteos fueron otra vez contra Israel. Los tres hermanos de David estaban en el ejército de Saúl. Los hermanos eran los luchadores, los héroes, los que se encontraban en primera línea de batalla. Jesé le dijo a David: “Lleva granos y panes a tus hermanos”.

Las residencias de mayores, llevamos décadas haciendo de David, siendo el hermano pequeño del sector sociosanitario. Para empezar sólo somos centros sociales y nos regimos (a fecha de hoy), por normativas sociales, lo remarco porque estos días muchas voces están demostrando una amnesia reiterada en lo que somos y lo que se nos puede pedir. Lo de “sanitario” se nos ha “asignado” de forma enmascarada por parte de la administración durante las últimas décadas. Hacemos una labor extraordinaria de contención ante sanidad, ¿Cuántas personas mayores antes de la era coronavirus dejaban de colapsar hospitales y centros de salud al estar viviendo en residencias?, además, y esto es importante, ofreciendo  atención sanitaria a precios de social.  

Seguimos con nuestra historia, porque David llegó a la batalla que ya estaban librando sus hermanos y se encontró con Goliat, quién retó a los Israelitas.  ¿Quién es Goliat en esta historia? ¿El virus covid-19? Sí,  pero vestido con una armadura política y oportunista, y teniendo como armas a una prensa en muchos casos voraz, ávida de buscar contenidos amarillos y cubrir espacios televisivos.

Pero, de forma valiente, las residencias de mayores, aceptamos el reto de Goliat, y a pesar de sólo tener “piedras” nos enfrentamos a él. 

Sabemos que estamos en la batalla ante Goliat sin protección, los Epis y las pruebas continúan sin llegar, a al menos en el número y la proporción que se requieren para garantizar una correcta protección de los equipos humanos pero también de los mayores. Los necesitamos para salvar vidas no lo olvidemos….

Además vamos al campo de batalla “sin grano ni panes” porque se los llevan nuestros hermanos mayores. Es una realidad que estamos viendo como las residencias de mayores no sólo pierden profesionales porque caen enfermos por el virus, lo más cruel y sangriento es ver cómo se pierden profesionales al ser “tentados” por la sanidad pública. Pero nadie dice nada. Aún así David continua en batalla.

David escucha a Goliat alardear de su armadura, una clase política que, para llegar al “pueblo”, aprovecha este momento para arremeter de una forma rastrera e inhumana contra las residencias privadas. Su discurso en estos días es plantear un modelo intervencionista y una abolición de la gestión privada.  Señores sin corbata y señoras que no visitan salones de peluquería, conozcan primero la realidad de cómo están trabajando los centros. Conozcan y reconozcan un trabajo de un sector, que por cierto es privado en un 90%,  no lo olviden,  que tiene las tarifas de colaboración-público privada congeladas, en la mayoría de comunidades autónomas,  desde hace quince años. Operadores que, sin más recursos que los existentes,  han mejorado sus servicios, han apostado por la humanización de la atención y ante todo, han dado respuesta con sobrada solvencia a la demanda de la población. ¿Qué otro sector en las últimas décadas se ha permitido avanzar con tan poco? Pregúntense también el porqué. Será que alguna cosa se ha hecho bien sino tendríamos a 380.000 familias en la calle… y nos las tenemos.

Goliat también cuenta con las armas arrojadizas de la prensa, que, aunque empieza a mostrar alguna sensibilidad y a dar voz al trabajo en residencias, mucho más podría hacer. ¿Qué tal hablar de las cifras al revés? ¿Por qué  no hablamos del gran trabajo de contención en la mayoría de los centros a pesar de no disponer medios? ¿Porque no hacemos recuento de las miles de personas que están bien atendidas en las residencias? ¿Por qué no se hacen mayor eco de iniciativas singulares? Quizás eso no da audiencia…

Pero, profesionales de residencia, somos David, un valiente que, aunque se tenga que replantear a futuro una nueva armadura y mejores armas, hoy por hoy con una sola piedra vencerá al coronavirus, a los que hoy nos cuestionan, a los que hoy nos dejan de lado, a los que desconfían, a los que prometen pero no actúan…. Porque somos un gran sector, porque sabemos cuidar a mayores, y hacerlo con eficiencia, porque para nosotros la vida vale lo mismo a los cuarenta que a los ochenta. Venceremos! ¿No lo hizo David?

1 Samuel 17:1-54

Raquel Calatayud, raquelcalatayud@raquelcalatayud.com

EL VIRUS DE LA INJUSTICIA

El principio de Justicia es uno de los cuatro principios éticos que, especialmente en estos días,  debería estar muy presentes en nuestra sociedad. Y el principio de Justicia nos recuerda que hemos de ser «justos» lo que quiere decir tratar a todas las personas de acuerdo a los mismos «criterios». Pues bien, es evidente que no se está aplicando el principio de Justicia con los servicios a personas mayores, y lo más grave, no lo están aplicando dos colectivos muy importantes en estas circunstancias: la clase política y los medios de comunicación generalistas. Que además son las más influyentes, de largo, en momentos como éste, de creación de pensamiento en nuestro país… preocupante.
Y lo voy a justificar.  Todos hemos tomado consciencia de la importancia de colectivos profesionales fundamentales. En primer lugar, el sector sanitario y todos los profesionales vinculados con él. Valga de antemano mi reconocimiento al sector sanitario, por supuestísimo, ni por un momento pretendo quitarle el protagonismo que se merece.  También nos hacemos eco del sector del transporte, de la alimentación, de las comunicaciones y de las infraestructuras etc.. Todos ellos lo merecen sobradamente.
¿Pero estamos siendo justos con el sector social, y muy especialmente con el sector de la atención a personas mayores? Creo que es evidente que no. Me he tomado la molestia de volver a escuchar los discursos de nuestro Presidente, y en ninguno hace alusión a un reconocimiento a los servicios sociales, y en especial a las residencias. Y es demostrable. Pero no es el único, porque es general. Son ínfimos los reconocimientos a este sector. En ninguno se menciona que 190.000 profesionales que trabajan en 5500 residencias y están atendiendo a 380.000 personas están dejándose la piel para salvaguardar la vida de los mayores que tienen a estos establecimientos por su hogar. Vergonzoso.
Tampoco se cumple el principio de Justicia al hablar de las consecuencias de esta macabra situación que estamos viviendo. ¿Por qué,  solamente se están haciendo mal cosas en los centros de mayores? Incierto. Es  paradójico que sea recriminable que el virus se expanda en un centro de mayores (más tarde hablaré del porqué) pero no lo es que se permita que un enfermo esté extendido en una sábada en el suelo en un hospital. En el primer caso hemos de enviar a fiscalía a investigar por potenciales negligencias y en el segundo caso es consecuencia de la escasez de medios!!!! Eso es aplicar los mismos criterios? No, es vulnerar la justicia ética. Vaya, es una tremenda injusticia.
Lo que si es justo sería reconocer que la práctica totalidad de los centros de mayores están trabajando sin contar con los EPIS (equipos de Protección Individual) necesarios para proteger a los profesionales y por supuesto a los mayores que atienden. Lo que no es justo es que se hayan llegado a «confiscar» partidas de EPIS que se habían conseguido para las residencias porque el Ministerio de Sanidad debía establecer las prioridades. ¿Es que vale más la vida de una persona hospitalizada que una persona en una residencia? Respuesta SI (a la evidencia me remito).
Lo que también sería justo, necesario e imprescindible es que las pruebas diagnósticas lleguen a los centros para poder establecer escenarios. Pues no llegan, a 24 de Marzo de 2020, son mínimas las residencias que han podido hacer las pruebas y por tanto, es probable que personas contagiadas convivan con personas sanas con el riesgo que eso comporta.
También sería justo y inexcusable el no generar una alarma social. Las 380.000 familias que tienen a sus personas queridas en un centro de mayores y que no pueden verles, y en muchos casos ni siquiera escucharles, no se merecen sufrir el desconcierto de lo que está pasando en las residencias. No se lo merecen tampoco los profesionales que se están dejando la piel, y priorizando su trabajo ante sus familias en las residencias. No es justo…
También sería justo abordar el tema de cifras. En España hay 5.500 residencias. Es difícil hablar de cifras porque sólo la Administración Pública las maneja (ejem… tengo derecho a dudar, no puedo afirmar pero si dudar). ¿Cuántos afectados y fallecidos tenemos identificados en residencias? Un 5%? un 10%. Vamos a contemplar el peor escenario. Eso quiere decir que 342.000 (como mínimo) de las personas que hoy están en residencias están sanas y atendidas.
Y por último no es justo diferenciar por naturaleza de centros, da igual si públicos o privados, si de iniciativa social o mercantil, éste es un problema de TODOS. Pongo la mano en el fuego y  no me quemo que todos los profesionales de todos los centros están dándolo todo por defender la vida de las personas usuarias.  Y a quién cataloga de «buitres» a los centros privados (si Sr. Echenique va por usted). Sólo le hago una reflexión y una petición. La reflexión: usted es autónomo pero por circunstancias vitales es dependiente. La atención a la dependencia se sustenta en un 80% en operadores privados. Cuidado porque tiene usted muchos números de caer en las redes de esos «buitres», pero no sufra, verá que son «cigueñas» que traen vida y le tratarán estupendamente. Y el consejo: visite usted alguna residencia que le irá muy bien aprender de cómo son y cómo funcionan, y le aseguro, no tengo ninguna duda  que dará igual que vaya a ver una residencia pública que privada.
Y como es de Justicia…. Enhorabuena a todos los que estáis luchando porque salgamos de esta pesadilla, y un bravo muy especial a los profesionales de las residencias. GRACIAS.

Raquel Calatayud, raquelcalatayud@raquelcalatayud.com